No hay mayor acto suicida en el ser humano que amar a alguien que sabes que nunca podrá ser. Te consume por dentro. Pero allí vives lleno de esperanza creyendo que quizá algún día. Te llenas de recuerdos que no puedes olvidar, recuerdos que aunque nos duelen son esos momentos vividos que le dan sentido a nuestro existir; no existe acto más masoquista, un círculo vicioso donde el sufrir se vuelve una adición. Donde el cuerpo de la persona amada es nuestra droga. Y yo quería devorarme su droga con mi lengua, degustar cada parte de el con mis labios. En mis sueños siempre estaba Él, y mi fantasía era hacer de su pecho mi almohada, de sus brazos mi manto, mi escudo. Soñaba con escribir una historia con el sudor que podría haber desbordado de la pasión de lo prohibido, he vivido años sedienta por probar la sal del néctar que emana de su sexo. Pero su amor me dejo vacía, queriendo en soledad, queriendo olvidar el mundo que no podré tener a su lado. Su cuerpo, su recuerdo es un espacio vacío al cual me aferro.
JMarissa