Aislamiento

De las cosas más difíciles del aislamiento social ha sido tener que posponer mi visita a dormir en tu pecho y pasarme las noche pegada a tu corazón, con mis piernas entrelazadas a las tuyas hablando y besándonos como si el mundo no existiera. Pasar la noche tan cercanos que nos perdamos sin saber dónde comienza tu cuerpo y donde acaba el mío. Dejar que mis fríos se acaben en el calor de tus abrazos. Despertar a cualquier hora de la noche y tocarte esos lugares tan precisos que hacen que se desate un huracán en nuestra cama que acaba con un gemido intenso de alguno de los dos firmando un final feliz. Extraño mucho esa sensación de verte rendido en mi pecho con tu respiración agitada mientras enredo mis dedos en tu pelo y acaricio tu cara. Porque siempre que paso las noches contigo te contemplo y te toco para recordarme que no estoy soñando que finalmente otra vez estás allí y eres mío. Extraño nuestro dilema de siempre de si apagar las luces o dejarlas prendidas. Sin olvidar los te amos susurrados en la oscuridad que me hacen la mujer más feliz del universo. Si definitivamente lo más difícil del aislamiento está siendo estar tan lejos de ti que eres lo que más amo y necesito en estos momentos.